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lunes, 30 de diciembre de 2013

1º Capítulo: 'No lo aguanto más'

7:00 de la mañana. Suena el despertador. Empieza otro día de mierda, como siempre. Toca levantarse, ducharse, vestirse e ir a esa cárcel a la que llaman 'instituto'.
Hice todo lo que tenía que hacer y salí de casa.
Camino por las calles con miedo a que me vean mis compañeros de clase y me gasten una de sus 'bromas'. Me voy escondiendo entre atajos que encuentro, pero a veces es inevitable no encontrármelos...
-¡Eih!¡Fea!¡Gorda!¿A dónde vas con esas pintas? ¿Al instituto?- Se escuchó una voz.
No sé de dónde venía, pero no me paré a mirar, seguí para adelante.
-¡Que coincidencia! Nosotros también vamos.- Se oyó otra voz. Esta vez más grave.
Intentaba no hacerles caso, pero con cada palabra yo me ponía más nerviosa y empezaba a caminar más rápido.
-¡No corras!No te vamos hacer nada...- Dijo otra voz distinta, riéndose.
Empecé a correr hasta llegar al instituto, y al llegar me encerré en un baño y empecé a llorar.
No soportaba aguantar eso. Todas las mañanas lo mismo, es horrible.
Me lavé la cara y salí del baño para ir a mi primera clase.
- Señorita Coraline, que sorpresa, como es de esperar llega usted tarde.- Me regañó mi profesor.
- Perdón, me he quedado dormida.- Mentí.
-Siéntese por favor.-
Me senté en la primera mesa, la única que quedaba libre. Se escucharon risas y la gente me empezó a mirar. Se estarían burlando de mi, como siempre.
El profesor se pasó toda la hora explicando, yo no entendía nada pero nunca preguntaba, por miedo a que se rieran de mí.
'RIIIIIIIIIIIIIING'
Sonó el timbre, lo que indicaba que tenía que irme a otra clase.
Por el pasillo choqué con uno de los niños que siempre me insulta.
-¡Mira por dónde vas gorda!- Dijo mientras me empujaba contra la pared.
'Gorda': Esa palabra, siempre me la dicen, siempre me lo llaman. He dejado de comer un poco, no mucho, para que mi madre no note que estoy dejando de comer. Pero es que no lo soporto.
Fui a mi clase y después a otra, así toda la mañana. Después me fui a casa.
De camino, como siempre, estaban esos chicos que no me dejan en paz, y se empezaron a meter conmigo.
-¡Niñata!¡Gorda!¡Fea!¡Tonta!- Escuché.
Así eran todos mis días, siempre me dicen lo mismo.
Llegué a casa y mi madre me preguntó:
-¿Que tal?-
-Bien- Respondí con una sonrisa falsa en mi cara y me fui a mi habitación, y allí como siempre, me derrumbé...
Me acerqué a mi mesa y abrí mi estuche. Allí encontré mi afila, la cogí y le saqué la cuchilla.
La puse encima de mi brazo y me hice un corte. En ese corte pude ver la sangre recorriendo mi brazo y en esa sangre vi todos los insultos, golpes etc... de toda la gente que me hacía la vida imposible, me dolía el corte pero me daba igual, me sentía bien haciendo eso, así que hice otro, y otro.... Había encontrado una nueva forma de desahogarme.

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